jueves, 8 de mayo de 2014

'Teorías para Salvar el Presente'

Quizás sea demasiado joven para enamorarme de la soledad, pero créanme, es mejor así, llevo en la vida 20 años jugando a las pajas, perdón por la expresión, y sigo perdiendo. Y es que casi que en mi vida sobro yo. Juego un ella un papel de actor secundario, casi de figurante (mal pagado por supuesto). No intereso ni doy juego a la audiencia; soy un cabrón de cara grasienta, cuerpo redondo y pies planos, el insomnio en la colmena. Y no piensen que es duro, que hasta para mí soy una carga: un hombre sin carisma ni vida al que darle cariño y vitalidad, un navegante sin medios ni mitades que viaja esperando un favor de la mar. Algo así como un tío coñazo que espera que su condición se haga literal. Pero no me deprimo, no me malinterpreten, uno puede ser un perdedor pero nunca darse por perdido. Quizás tan solo esté esperando mi hora, cambiar sin aspirar a ello, a ser un grano molesto, un chiste difícil de olvidar por arte de magia, sin pizca de esfuerzo. Por eso recuerden mi nombre, es posible que amanezca mañana en los periódicos, sobre mi cara lunática de perverso perturbado perdedor, y todo porque haya intentado atentar (fracasando, lógicamente) contra el presiente, o fuera a protagonizar una masacre y me arrepintiera a la segunda muerte, o fallara en una tentativa de suicidio excéntrica e idiota, como clavarme astillas entre los dientes. O puede que acabe siendo como uno de esos bohemios perdedores que odian el Verano y se masturban diariamente frente a un espejo para alimentar su ego y cuando acaban regalan frases de autoayuda para salvar vidas y evitar guerras, rollo Pablo Coehlo. Pero no, yo no veo así, me falta carisma (espejos en casa) para tal labor. Podría ser un violento con garra, un bárbaro borracho que empieza violando leyes y acaba en las portadas de los cereales, ya que dicen que los que no tienen nada somos los más temibles, aunque no obstante, en mi caso, bien lo dice mi madre, aún tengo mil fobias, dependencias y la virginidad por perder... Pudiera ir al circo si no, como el primer hombre que donó su cuerpo a la ciencia y lo rechazaron por no estar a la altura, pero estoy convencido de que ni los leones como comida me querrían comer. Visto este futuro incierto e ingrato, mi última opción puede que lo más seguro sea encerrarme en mi cuarto a delirar como bellaco, como una fiera de la masturbación que subraya la soledad como medio y delira contra el mundo, con una mano en el miembro y con la otra escribiendo y subiendo a Internet teorías para salvar el presente y olvidar el pasado sobre cómo arreglar su futuro.


Juan Íñigo Gil
Mayo14

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