El piso de arriba
Otra vez igual. Se oyen gritos en el piso de arriba; gemidos, otra vez. Miro el reloj. La llamo al móvil: el contestador, otra vez. El vecino grita, se oye un jarrón caer. Miro el reloj. Vuelvo a llamar. El contest¡llaman a la puerta! Abro ansioso. Es ella; de nuevo. Trae los tres primeros botones descamisados y la boca manchada. Parece semen. Miro el reloj. Le pregunto: Silencio, otra vez. La agarro. Grita. Se cae el bolso y de él un pintalabios, pastillas y una jeringa. El vecino de abajo de queja del ruido. Le respondo con tres zapatazos. Uno. Dos. TrCoge el móvil. Parece intentar llamar. La empujo, y cae. Los gemidos en el piso de arriba aumentan. Voy hacia ella. Se limpia los labios, se baja la falda. La cojo por el cuello. Voy a matarla. Morada, agarra la jeringa y la inyecta en mi muslo: A veces se me olvida que vivo en un ático.
Mundo Interior
Cuando se tiene más mundo interior que exterior, tienes dos opciones, creer ser un genio o asumir ser un fracasado.
Religión
Por fin he encontrado la religión verdadera: Me voy a hacer budista, y con 'budista', me refiero a 'una paja'.
Rutina
Un fracasado es aquél que sólo sabe romper la rutina por medio de la obsesión. La obsesión. Por la obsesión. Por medio de la obsesión. La obsesión…
Beso Mortal
Tus besos me dan tos
y la lengua se me atraganta;
los labios se me agrietan
las barbillas no se tocan
y nuestros dientes se insultan.
Los paladares se retraen
la saliva nos inunda,
y las campanillas, desnudas, se caen.
Rebosa mi boca con un humus verde,
se deshinchan mis pulmones
se me encoge el cerebro
y en un beso, ¡ay, en un beso!
puedo masticar la muerte.
Vejez
Siempre que pienso en la vejez acabo llegando al mismo
pensamiento: Menos mal que la tercera edad es la última.
Gracias
El único que lenguaje que
tenemos en común todos los seres de este mundo es la violencia, y la única
guía, le religión. Por eso, escóndete: Nos matará la fe daremos gracias a Dios.
Aburrimiento
Dios salió de mi vida
porque se aburría.
No nos soporto
No soporto a la gente: La mayoría son como yo. Con esas prisas, ojeras y cicatrices, como si la vida no fuera con ellos o le estuvieran haciendo un favor, existiendo, al universo. A veces los observo por no mirarme a mí mismo, y siempre acabo confirmando mi amor por la soledad, sólo para perderlos de vista, para ganar en visión. Y no crean, los odio tanto como me odio a mí mismo, de hecho, a veces incluso aprovecho nuestro contacto, siempre frío y cordial, para darles cuerda confiando en que se ahorquen con ella; pero para algunos las indirectas sólo cobran sentido cuando pierden la dirección. Aún así no los culpo, al fin y al cabo, yo soy uno de ellos y, partiendo de la base de que soy la persona más importante de mi vida, comprendo que ésta sólo puede ir a peor. Digamos que si la vida es una tómbola habrá que hacerse ludópata. Digamos también que nunca se me dio bien eso de perder(me). No, todo ese rollo no va conmigo; yo soy la antesala de un Dios hundido, la proyección de un pasado erróneo y un futuro perdido. Y sé, sin querer parecer trágico, que no hay remedio sino castigo, y que, no se alerten, el único capítulo que ya sólo puede darle emoción a mi/nuestra vida, es la muerte.
Comunismo
Sólo podría creer en el
comunismo cuando vea un baño público por más de una semana.