miércoles, 21 de mayo de 2014
Rinconete y Cortadillo
Yo los llamo Rinconete y Cortadillo. Obviamente Rinconete es el gordito con cara cuadrada y aletas de la nariz rosáceas. Con esa sonrisa que es un cajón de dientes y ese cuerpo de tonel, de no haberse mirado nunca la espalda. Cortadillo por contra es más sostenido, de cuerpo enjuto y pelo púbico en la cabeza. Patillero de casta con escote por el que asoman pelillos valientes, rizados, de machote, y que adorna con su cinturón rojigualdo y un colgante de la Santísima Cofradía de los Esclavos. Van siempre junto, casi de la mano, rozándose sonoramente y con la mirada compenetrada, cubriendo flancos. Patillas cortijeras, zapatos en punta, polo Lacoste, pulserita de España y acné. Entran en los sitios casi a cámara lenta, con el ímpetu con el que lo hace un emperador en batalla o una puta en una cama. Casi discuten, siempre con inmaculada educación, para que uno pase primero mientras el otro sujeta la puerta y aprovecha para mirarle el culo. Van a paso coordenado, casi al trote, como dos potrillos que se imitan o un dúo comediantes cojos que pretenden disimular. Estudian Medicina, qué si no, el oficio de los insanos. Acostumbran a sentarse a la par, a hacer como que estudian mientras en realidad ensayan sus firman para futuros documentos importantes, aristocráticos. Rinconete respira fuerte, bravo, inspira como una vaca, bailando las aletas de la nariz, y espira por la boca como un ventilador acatarrado, de forma que el aire atraviesa fugaz las teclas de su boca y suena casi a réquiem; es como si admitiera que esa respiración sólo puede corresponder a un ser patético. Cortadillo lo anima, le da codazos si ve que se ahoga, incluso se anima a veces y le masajea el hombro en una especie de ritual o tic nervioso (quiero creer lo segundo) mientras se concreta en sus labores, está practicando el rabillo de su firma, orgulloso, elegante. A veces Rinconete se aburre, normal, y comienza a suspirar como un mulo en una especie celo violento, no sé si me explico, como si fueran pedos de aire bucal. Cortadillo entonces, preocupado y fundiendo sus dedos en el hombro de su amigo, le susurra '¿todo bien?¿ya te has aburrido?', y Rinconete, rojo, sudando, responde enojado, sin controlar su tono de voz, 'JI, LUEGO TE COM'NTO'. Mi teoría es que Cortadillo calma a Rinconete con azucarillos. Y es que puede parecer que Rinconete es quien lleva las herraduras de la relación, pero en realidad es Cortadillo quien manda, es el más señorito, y aunque Rinconete pueda parecer un fiera, en el fondo seguro es un tierno. Es un toro de algodón. Cortadillo además sabe hacer algo que a Rinconete le puede, pone la cara agria, como de socialista, y atemoriza al pobre Rinconete enseñándole una bandera republicana. En ese instante Rinconete se quiebra y acude al regazo de su compañero, escondiendo la cabeza entre el cocodrilo del polo y el brazo tatuado con una herradura y dos flechas de Cortadillo. Maternal. Si es que en el fondo son adorables, a uno se le enternece el corazón cuando los ve compartiendo pañuelo de seda, afeitándose las patillas el uno al otro, intercambiando estampitas de santos, tirando piedras a antitaurinos, cantando saetas en la ducha, criticando la homosexualidad cogidos de la mano... siendo felices sin comer perdices sino faisanes. Digamos que son como una especie de remake de Epi y Blas de los cortijos, los Jules y Vincent de la feria del nabo. Y los imagino el Sábado noche, tras de la monta en percherón, la corrida de novillo y la caza de linces, la limpieza del cortijo, los baños en perfume y el rutinario sacado de brillo a sus colgantes y amuletos, llegando a casa extasiados, con sus pijamas a juego de rayas rojas y blancas, abrazados, viendo 'Se llama Copla' para acabar finalmente fudiéndose haciendo el amor suavemente mientras la tele queda en segundo plano, a la luz de Intereconomía.
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