Vincent 9º parte.
Empiezo a sentir como este piso impregnado de tantos
recuerdos comienza a calar más y más profundamente sobre mi alma y mente, puedo
sentir todavía la mano de mi madre arreglar las cortinas, que ahora yacen
amarradas con poca delicadeza en el enganche de al lado de la ventana.
Es como si todavía la viese sentada frente al
viejo brasero hacer cuentas y pelar patatas al mismo tiempo para hacerme de
comer.
No éramos
especialmente ricos ni adinerados, solo recuerdo pasarme los días enteros en
casa entreteniéndome con lápices y ceras de colores, pintando viajes, siempre
pintaba viajes y excursiones que mi imaginación creaba a partir de mis más
profundos deseos, unos viajes que tenían finales felices y una belleza
difícilmente comparable a cualquier película de alta definición de las de
ahora.
Parece que aún pueda
oírla metiendo la llave de la puerta y entrando al mismo tiempo que me
llamaba…”!Vincent ya estoy en casa cielo!”.
Pero no es más que un vano recuerdo…ésta casa se quedo vacía
tan de repente, que parece increíble que todo esto que aún percibo no sea más
que desatinos de mi propia cabeza.
Y la única prueba que tengo de la existencia de ese pasado es este dichoso diario azul inacabado…firmado
por mi propia madre, aunque más que inacabado está destrozado, al menos las 30
última páginas están arrancadas, las he podido contar gracias a lo poco que
queda de cada una. En origen era un
cuaderno de recados pero como he podido observar, conforme pasaba el tiempo
se empezaba a llenar de anotaciones,
fechas, horas y de una clave numérica de lo más extraña…la clave contenía cinco
dígitos los cuáles se hallaban separados por guiones: (10-21-12-5-19).
Sinceramente no tenía ni idea de que podía significar
aquello, había dado vueltas y vueltas a aquel acertijo pero nunca había caído
en la cuenta de que se podía tratar. De pequeño mamá siempre me había enseñado
a descubrir las cosas a partir de acertijos, acertijos que en ocasiones
resultaban ser mensajes ocultos dentro de textos o combinaciones alfanuméricas
con cifras significativas, las cuáles solía relacionar con acontecimientos,
personas o cosas que pertenecieran a nuestro circulo cercano.
Pero la clave no
me decía nada y la adivinanza que había conseguido esclarecer y que se
encontraba garabateada justo debajo de
aquella extraña secuencia de números, me dejaba más indiferente todavía.
Dice así el poema-acertijo:
En medio de la tormenta la
Oscuridad
es demasiado densa. De
Tu deseo de en esta
ahondar, la noche
Solo tus ojos podrán encontrar. Un
Apoyo si se lo permites, te
Quiere
el poema regalar. Quitar
El ego
del centro, para que el sueño
Dulce tenga principio y final.
Siempre que lo miro me quedo igual que antes de mirarlo,
parece una estupidez, pero me siento bastante tonto cada vez que vuelvo a
releerlo y examinarlo, siempre acabo con la misma conclusión. Nada.
Vuelve a llover fuera en la calle y los cristales se empañan
de nuevo, es de noche pero desde aquí dentro, aunque la luz de la mesilla de
noche sea bastante pobre, se pueden ver las gotas cayendo hacia el interior del
cristal.
Mil pesadillas vuelven a atormentarme sin piedad, esta noche
es idéntica a la misma donde todo se me fue arrebatado. La recuerdo
perfectamente como si la tuviera grabada con un hierro incandescente en la
mente.
Tendría aproximadamente cinco años, mamá ese día llego
pronto a casa, demasiado para el corto entendimiento que tenían mis
pensamientos por aquella época. Podía notarla angustiada y nerviosa, recuerdo
vanamente preguntarle con la típica verborrea infantil que le ocurría. A lo que
también recuerdo respuestas esquivas tipo:
“mamá está muy
cansada Vincent” o “nada cariño, últimamente tengo mucho trabajo”.
Nunca supe muy bien de que trabajaba mi madre, pero tenía
constancia de que aquello en lo que trabajase la mantenía preocupada a diario y
haciendo que la mayor parte de su tiempo se desperdiciara fuera de casa.
Solo sé que a partir de aquella noche nunca más volvió a
trabajar, y que aquella casa de la que en ocasiones charlaba y me contaba
historias, seguía en la acera de enfrente desafiante y insultante encerrando
algo entre sus paredes que yo no era capaz de descubrir.
Villagrán13
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