domingo, 8 de diciembre de 2013

El Domador de las Bestias.

Nadan peces de colores en una pecera, sobre la mesa,

en el despacho sobre la cima de un edificio exorbitantemente alto, en un mar de arena.

Construyen bombas para alimentar las bocas de las guerras y no de las personas.

Y no se darán cuenta hasta que en su última bocanada de oxígeno molecular,

a través de un respirador artificial, en una cama de la seda más valorada del mundo,

que vivieron una vida más vacía que las botellas de champán que dejaron,

mientras brindaban el nuevo aparcamiento en medio del Amazonas.

Frío, mojado bajo la lluvia, el huérfano apura la lata de Whiskas,

 que los gatos de raza coman mejor que muchas personas con rezos,

otorga la condición de éstas peor que infrahumana, infraanimal.

Y es que si nuestra valoración de la vida humana sigue así,

Mereceremos la calificación de germen erradicable.


Chris P.J. 

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