'Color'
Al borde del suicidio
Tenía los ojos rojos
Las mejillas rosadas
La nariz blanca
Las ojeras moradas
Los labios negros
Las uñas amarillas
Y los dientes verdes...
Quería engañarme, estaba claro
No obstante, entre la poesía y la mentira, no hay color.
'La Tierra de los Hombres Conatos'
En la tierra de los hombres conatos han prohibido el suicidio.
Allí solo pastan, balan y deambulan
Los ahorcados tienen vértigo y los colores se han fugado
Las damas esconden las sonrisas y los hombres las cicatrices
Ellos van ciegos y ellas se hacen las sordas.
En la tierra de los hombres conatos hay demasiados poetas para tan poca poesía
El Sol tiene sus manías y las drogas son insulsas.
El mal gusto está de moda y la libertad se conjuga en condicional.
Son tierras estériles, como sus mujeres
Los niños buscan sombra y los yugos se disfrazan de corbata.
Los locos pasan desapercibidos y la música sólo sirve para ser oída.
No se sabe quién gobierna, pero han techado el cielo y han prohibido el suicidio.
La tierra es pegajosa y las moscas no se atreven a venir
El amor se vende por dosis y las putas se dedican al ganchillo
En la tierra de los hombres conatos la Luna tiene vértigo y el desayuno da taquicardia
El eco intenta escaparse y el azar se prostituye.
No hay guerras porque no hay nada por lo que luchar
No hay humor porque no hay nada que destrozar
No hay cine porque ni siquiera hay de nada de lo que enamorarse.
Crean héroes solidarios porque no hay hombres educados
Ignoran que cuando persiguen al amor en realidad tan solo están huyendo del miedo
que la política no es más que economía y psicología
que los mejores vicios, son los del suicida.
En la tierra de los hombres conatos han prohibido el suicidio; aún busco un por qué.
'Fuego'
¡Qué paradoja el amor: De muslos tan prietos y bragas tan correderas!
¡Y qué caprichoso: Al principio me follaba con las medias puestas y al final lo hacía con los calcetines!… ¡Y qué desperdicio es ser yo!
Era de ojos fríos y sangre caliente, no siendo cuestión de temperatura sino de magnetismo.
Ella, la única mujer cuyos ojos tenían más profundidad que sus caderas
y yo, tan ateo que ni siquiera Dios es mi personaje de ficción favorito.
Aún no recuerdo si huyó o la eché yo, pero he aprendido algo: Nunca le den la razón a un tonto, puede que realmente la tenga.
Lo peor de todo es que lograré olvidarla, que lo que me queda de vida, una tertulia enferma con libros de autoayuda y palangana, consiste en darle la razón a la muerte, en no creer en la magia, en el ira y ni siquiera en la lencería. Puestos a creer, quiero pensar que no me suicido por indiferencia o por pereza.
Sin quererlo ni pedirlo, tras la guerra, nos encontramos; y el día en el que observar resultó la mayor de las artes nos dimos un consejo: 'Busca un sitio frío, enamórate de alguna ficción y planea un suicidio no ruidoso' me dijo, a lo que yo le respondí 'Coge un sitio bonito para ver el mundo arder.'
Al final encontré la respuesta, no era un suicida sino un pirómano: Quería una mujer tan candente que aprendí a amarla cuando ya solo era cenizas.
'Ciego'
Mejor depresivo que deprimente
Diógenes que Pérez - Reverte
Perder que perderte
Mejor llenar la barriga que agitar la mente.
Escuché al mendigo y disparé al presidente
Truqué el azar y lo llamaron suerte
Vendí el amor para levantarle la falda a la muerte...
Me quedé ciego, por no volver a verte.
Juan Íñigo Gil
4/12/13
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