domingo, 7 de julio de 2013

Lucy and Harvey 3º parte

Lucy and Harvey
3º parte


Lucy salió de su habitación acompañada por la doctora Emily, miró a sus padres fijamente y éstos le devolvieron una afable sonrisa. Ella se mantuvo en silencio y esperó a que ellos dieran el primer paso para abrazarla. Fue entonces cuando evitó el abrazo y, arrancando de cuajo las llaves de la bata de la doctora Emily, empezó a correr hasta el fondo del pasillo.

La doctora Emily jamás se hubiera imaginado que uno de sus pacientes podía quedarse con ella de aquella manera. Los padres de Lucy se miraron estupefactos, y luego miraron cómo la doctora corría tras Lucy y gritaba desde lejos a los celadores que retuvieran a Lucy. Pero ésta, que estaba dotada de una velocidad y energía sorprendentes, consiguió llegar al fondo del pasillo, abrir la puerta y cerrarla desde la otra ala del sanatorio. Mientras, un grupo de celadores se peleaban entre ellos para ver cómo podían abrir la puerta.

- ¡Dejaos de estupideces y pulsad al botón de fugas, así podremos avisar al piso de abajo y que la retengan allí!

Dicho y hecho; uno de los celadores pulsó el botón rojo que se encontraba cerca de la puerta, e inmediatamente una alarma comenzó a sonar. Los padres de Lucy se encontraban abrazados, tratando de combatir por todos los medios posibles la vergüenza y el miedo que se había apoderado de cada centímetro de su cuerpo.

A unos treinta metros más allá de la puerta que dividía las dos alas del sanatorio se encontraba Lucy corriendo, ésta pudo ver como dos celadores aparecían escaleras arriba e iban directamente a por ella, rápidamente se metió en una sala que ponía “zona de juegos”, una vez que había entrado se encontró una multitud de personas jugando al ajedrez, dominó, y demás juegos de mesa, incluso un piano de pared antiguo, pero se fijó en algo que le llamo mucho más la atención.

Una de las ventanas se encontraba abierta y no tenía rejas, de hecho había un pintor en la ventana que había entrado por la misma y se encontraba mezclando botes de pinturas. Dos celadores entraron dando un portazo por la puerta de la sala de juegos.

- ¡Allí está! ¡Venga, ya es nuestra!
- ¡Mierda, me encontraron!

Lucy corrió por el medio de toda la estancia, se tiró al suelo, patinó por debajo de una mesa y cuando llego junto al pintor, cogió uno de los cubos de pintura y se lo tiró en la cabeza.
- ¡Aaaah! ¡Mis ojos!

El pintor se quedó cegado y al tiempo que hacía esto, cogía otro cubo y lo tiraba en dirección a los celadores que venían tras ella, estos resbalaron y se cayeron de espaldas golpeándose fuertemente contra el suelo. Aprovechó entonces para salir por la ventana y deslizarse por la escalera, pero cuando había bajado unos dos metros, se encontró con un cartel infantil pegado en una de las ventanas… El cartel tenía conejitos de colores. ¿Y qué pasó?

Pues ni corta ni perezosa, chilló como nunca lo había hecho y empezó a caerse de espaldas, tirando al mismo tiempo de la escalera consigo.

Los celadores que se encontraban abajo se temían lo peor, pero fue tal el tirón que le dio a la escalera producido por el susto, que ésta se giró afortunadamente hacia el estanque del manicomio. Y como si de una pluma de lechuza se tratase, fue cayendo lentamente hasta quedar abatida en el estanque finalmente.
Buceó como pudo y consiguió salir a flote y salir de estanque, el agua estaba helada y estaba cegada por los pelos pegados en la cara, corrió pegada al muro del sanatorio tratando de encontrar la puerta de salida, la cual pudo ver abierta desde lo alto de la escalera,  y casi por azar la encontró de repente, ¡y cómo la encontró!

Todo ocurrió muy deprisa: se quedó helada cuando vio una ambulancia a toda velocidad cayendo sobre ella, en los ojos aterrados de los conductores se reflejaba el pánico emitido por los ojos de Lucy. Por un momento el grito de Lucy ahogó el rechinar de las pastillas de freno de la ambulancia y cuando ésta paró a diez centímetros de su cara… Lucy se desvaneció, perdiendo el conocimiento completamente.



Villagrán13

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