domingo, 7 de julio de 2013

Lucy and Harvey 2º parte

                                                                  Lucy and Harvey
                                                            Lucy and Harvey 2º parte


En un lugar céntrico de Liverpool, había un precioso ático en la última planta del complejo residencial Brian Blue. Este ático servía de refugio espiritual y físico a Harvey Glasstroud, un joven estudiante de medicina que se había topado con la depresión en su tercer año de carrera. Una lástima, la verdad, puesto que era un chico sobresaliente y aplicado.


En tan sólo los dos primeros años de su carrera, había conseguido meterse en el bolsillo a toda la clase, incluyendo profesores, becarios y el rector de la universidad. Siempre había destacado por su interés y su lucidez a la hora de entender las cosas, pero últimamente se encontraba entristecido y había perdido toda esperanza.

El cielo está nublado, y este martes gris armoniza perfectamente con la desdichada mente de Harvey, el cual se encuentra delante de la cristalera del salón, mirando hacia fuera.
Las gotas de lluvia comienzan a caer y mojan el suelo de Liverpool, creando una atmósfera critica y lenta… Se podría decir que Harvey no encontraría un día mejor para realizar su gran obra.

Sí, Harvey iba a quitarse la vida, esto pues había sido su rayo de esperanza los últimos tres meses.
Durante ese tiempo había estado maquinando cómo hacerlo, quería que fuese especial, algo único y embriagador, que se lo llevara de este mundo tan cruel pero de la manera más dulce posible.

Se sentó en la banqueta del piano y seleccionó cuidadosamente una de sus composiciones, una de las que solía componer por aquella época cuando aun tenía un motivo para vivir. Una vez hecho, esto tomó una botella de vino, concretamente un Château de Bordeaux.
Lo había comprado hacía un mes, con la paga de su trabajo de fin de semana. Tomó una copa y se bebió dos veces el contenido de ésta en apenas cinco minutos, rellenó la copa una tercera vez y bebió hasta la mitad.

Paró de beber, había tomado vino suficiente para poder continuar con su obra. Tomó pues un bisturí que había robado la semana anterior en la facultad, e hizo dos incisiones en sus muñecas. Lentamente comenzaron a salir dos finos hilos carmín de sus blancas muñecas.
No había dolor que pudiera sentir, pues el vino había cumplido su trabajo y había anestesiado en parte a Harvey, con lo que comenzó a tocar el piano con una pasión irrefrenable.

Mientras tanto, su sangre dibujaba garabatos sobre el blanco inmaculado de las teclas del piano, y ésta misma se derramaba por el suelo y salpicaba las paredes, como si de una ola marina se tratase al chocar contra las rocas de un espigón.

Harvey se está mareando… el cuerpo comienza a fallarle y su visión se va tornando borrosa.
Harvey no sabe si esta delirando… pero cree poder escuchar golpes en algún rincón del piso.
Harvey se va… Harvey se está muriendo… sólo puede escuchar un chasquido seco antes de desplomarse encima del piano.


Villagrán13


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