miércoles, 26 de marzo de 2014

A(u)gusto

'Colores'
El hambre fragua y el sol mengua, se rinde. La Juana friega resoplando y cantando coplillas de pueblo. Me fijo en la nariz fina y piel frágil, su cuerpo de correa y fruta dulce. Gitanilla de escarcha y tralla, con ojos color miel y boca feroz. La observo, manos en jarra desde la esquina, en su labor, mientras el azahar retumba y ella se retoca el pelo.
 - Juani corazón, déjame de tus colores, que en tu cara te sobran y yo del hambre me he quedao' pálido.
Y Juana no contesta, sonríe y no me mira. Juana sabe su oficio, y primero va el fregao' y luego los colores.



'A mi madre'
Mamá no llora porque mamá es fuerte, sabe que si Dios fuese perfecto no le importaríamos en absoluto. Mamá no puede llorar intuyo, porque no le quedan lágrima ni razones para ello. Ella no duerme si no espera a mañana y no sueña sino recuerda. Es joven y no le pesa el alma, por eso no camina encorvada. Sabe cómo afecta la edad al espíritu y la afonía al cante, y aún así canta y envejece joven, maternal. Mamá es autosuficiente aunque dice necesitarme, la más valiente y serena, por eso mamá, no quiero que Dios sea el protagonista en tu funeral.



'Requiem de un ciempiés'
Tenía mil patas pero su barba las tapaba casi todas. Andaba cojo y a menudo tropezaba. Hoy somos huérfanos de sus andares, de cómo asomaba por el monte y su trasero aún estaba en casa. Sereno, tranquilo, siempre tuvo los pies en el suelo y no se le subió a la cabeza su fama de bailor' de flamenco. Siempre trabajador, tren de hormigas y calzador, todos recordamos su coraje cuando perdió la movilidad y tuvo que llevar mocasines y zapatos ortopédicos para su docena de pares delanteros, regalo del Zapatero. Más tarde deforestaríamos medio bosque para hacerle bastones y finalmente acabaría en cien sillas de ruedas, pero nunca dejaría de caminar. El único capaz de quedar primero y último en una maratón. Y aquí estamos todos hoy, cargando en fila con su ataúd, a amigo por pata: la Hormiga, el Saltamontes, la Mariquita, el Escarab... ¿Oís eso? ¡Se oyen pasos! ¿¡Son humanos!? ¡¡Aligerad el paso, corred!!

...Esperemos que el ciempiés no tenga en cuenta sólo hayamos enterrado su mitad delantera.


'Libertad'
Pentagrama: Hasta la música tiene barrotes.



'Recuerdo de un hombre sabio y prudente'
Toda mi vida ocupado y si me preguntaran qué he hecho en ella no sabría responder. Yo, que dejé de buscarme cuando estaba por encontrar, llevo 20 años aquí, más fantasmas que Primaveras, y sólo se me ocurre un consejo: En la vida es siempre más importante el ritmo que el rumbo; y no hay camino sino el mero placer de caminar asumiendo que (quizás) la vida esté hecha para morirse, echada a perder. Y aunque casi me corroa una necesidad imperante por morir para vencer ese miedo y la rabia me invada y quisiera hacer tanto ruido que despierte a los muertos, han muerto ya mis ídolos (aunque nunca me han faltado) y no quisiera cambiarlo, no quisiera cambiarme.

Y es que hay hombres por los que debería existir el cielo; firma un ateo hablando de hombres aventajados y en desventaja, flores con remaches. Yo he visto al hombre más recto caer y desde esa perspectiva todos somos igual de miserables. Y no quisiera ir de moralista, no por Dios (literalmente), pero aunque la vida sea una mentira, el ego una trampa y el mundo una hoguera, es el amor quien eclipsa la muerte, acuna el ego y sobre todo, rellena la vida. Por eso hay que ser valiente, no queda otra, y entrenar el alma para la derrota, enterrar la vergüenza, espantar el fracaso; dejar se ser egoísta y rechazar la inmortalidad. No habrá nadie que te enseñe a morir porque no hay nadie que sepa vivir; por haber hay incluso quien no quiere ser juzgado si no es para recibir halagos.
Yo hablo de valientes derrotados, estrellas tenues. Del hombre sabio y prudente que esperó a morir el día que empezaba la Primavera, y la Primavera no defraudó.
Y hoy el cielo está estrellado, burlón, sospecho que sabe las respuestas y lo que más importa, mis preguntas. Quizás no haya razón ni remedio, pero amaos por favor, antes de que se demuestre lo contrario.



Juan Íñigo Gil
Marzo14

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