sábado, 8 de marzo de 2014

'Al Abril'

‘Amor sexorial’
Tan fría que besarla era tocar madera,
Tan caliente que pensarla arde.
Y cubre de nieve la verdad
y de cenizas mi cuerpo.
Y ni el sexo cansa
ni el amor salva,
pero saldan,
pero asocian,
pero sacian.


‘Cara y cruz’
Vivo la vida cansado, buscando razones para seguir respirando.
Fracasado, no he hecho más que vivir en la vida,
Vi(vi)endo cómo la muerte se me insinúa y la vida me jadea en la nuca,
cómo el tiempo no define sino difuma.
Pero lo tengo claro, la vida he solucionado:
La única manera de sobrevivir a la muerte es vivir haciéndose el muerto,
morirse antes de que sea demasiado tarde;
que la vida mejor que sea útil a que sea verdad.
Es por eso que los muertos no necesitamos llorar,
que estoy deseando morir para pasar al siguiente nivel y comprobar
que será la muerte quien me tenga que aceptarme a mí.


‘El ser atormentado’
El ser verdaderamente atormentado
siempre tiene más tristeza que miedo,
más verdad que consuelo,
más angustia, menos gusto,
más ceniza, menos polvo...
Es la mueca de la muerte
La cueva sin fondo
Los flecos de la suerte
El zapatero de cenicienta;
Pero no teman,
porque el ser atormentado para eso vale,
Para aguantar las tormentas.


‘Vidilla’
Ropa ancha porque no quepo en mí,
maletas hechas y vida echada a perder,
la muerte alerta porque a la vida perdí,
las caderas estrechas y el hielo con whisky.
La sinopsis de mi historia en la parte trasera del champú,
Protagonizada por un hombre senil y una mujer torpe;
con dedicatorias en escotes y termitas en el ataúd.
Injusta, como matar a Satán y alabar a Cristo,
Mohosa y barata, como un sándwich mixto.
Con más ojeras que autoestima; mediocre poeta, peor persona,
presumiendo más de prepucio que de rimas.

Y no me queda nada para usted,
si quiere mi consejo, no espere,
aquí lo tiene: ‘Beba y deje beber.’


‘Soledad’
Dicen que la soledad es la casa del alma
y no se equivocan, habla un desahuciado.
Y es que desde la oscuridad las cosas se ven claras
Desde el silencio todo parece hablar,
y ante la vida, todo se acerca a la muerte.
En compañía, pero uno vive en soledad.
Tenían razón los que lo afirmaban,
que la soledad es la caza del alma
El susurro de la caída,
La casa del alma.


‘Curso’
Se matan animales, se olvidan los poemas y se prohíben las drogas,
se vive de amenazas, se muere por temores y se brinda con sangre
y la vida sigue, qué si no, con las guerras en la cama y la paz en las terrazas
con los cadáveres en la nevera y el olor a semen de mi pijama.
Y la celebro, no crean, con mis nauseas y sus ansías, sus rezos y mis rizos,
hastiado, esperando que el roce haga el cariño.
Pero la vida sigue, supongo, su curso, fingiendo ante la muerte
estática, estoica, en aparente movimiento, como una esfinge,
como una error espacio – tiempo o una rotura de la lógica más fría.
Sigue con su sed, mi ser y el azar; qué si no… Qué sino.



Juan Íñigo Gil
Marzo14

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