Vincent parte 16
Los perros tienen una característica de lo más particular,
pueden escuchar infrasonidos, es decir son sonidos que por ejemplo los humanos
nos podemos escuchar, son sonidos que rebasan nuestro umbral de audición, pues
bien.
Si alguna vez habéis tocado un silbato para perros, podéis observar como
el perro en cuestión, se os acerca ladrando con un único objetivo, “acallar el
sonido de ese silbato”, a simple vista puede parecernos que no emite ningún
sonido, pero es una de las percepciones auditivas más molestas para estos
animales.
Así más o menos se sentía Eléonore, lo que su padre le había
revelado sobre su pasado y sobre su verdadero origen, no hacía más que resonar
dentro de su cabeza, dando botes y volviéndola completamente loca. Un profundo
deseo de desaparecer por completo, hendía con dureza todos sus sentidos, provocando una apatía tan
destructiva, que la había dejado completamente enmudecida y no hacía ni por
levantarse de la cama, había caído en una profunda crisis existencialista.
-“¿quién soy?, ¿Por qué soy como soy?, ¿Podría ser de otro
modo?, ¿Es verdad todo lo que me ha contado papá?, ¿Soy feliz con lo que
tengo?, ¿Podría ser más feliz?, ¿Qué es ser feliz?, ¿Soy feliz?, ¿Merezco ser
feliz?,”
Ya desde la noche anterior sus lacrimales habían quedado
agotados después de tan insaciable rio de lágrimas, y sus mejillas yacían
pálidas, estaba enredada en las sábanas de su habitación…mientras la luz
matinal se esforzaba por levantarla, ella solo hacía méritos para volver a
encerrarse en su propio mundo, bueno al menos lo que quedaba de éste.
Alguien abrió la puerta del cuarto, pero casi fue
imperceptible, aunque lo hubiera sido a Eléonore le hubiera importado igual.
Alguien se sentó en las sabanas revueltas y se quedó mirando por la ventana,
sin esperar nada especial. Pero por mucho que quisiera evitarlo hubo un ínfimo
detalle, tan evidente… que le llegó al alma.
Ese olor tan particular, no era cualquier esencia perfumada
que se escapase económicamente de la mano de miles de compradores, no. Era el
perfume de Claire.
Sus manos comenzaron a acariciar la revoltosa cabellera de
Julie mientras sus rizos se enredaban entre sus finos dedos, dándose la vuelta,
Julie quedó frente a Claire y mientras la pupila de una se clavaba en la de la
otra, una marea de calor comenzó a recorrer cada vello de su cuerpo. La besa.
Dos besos dulces como la propia miel, se resbalan por los
labios de Julie, manchando de un necesitado cariño su herido fuero interno.
Cada roce fustiga su dolor, acallándolo poco a poco, para dejar paso al silencio,
tan solo interrumpido por la placentera banda sonora que aquella atmosfera de
despecho había creado.
Cinco minutos, diez minutos, se pasa el cuarto de hora,
llegamos a la media hora…el tiempo deja de tener sentido.
Retozando en la cama, ambas se miran en silencio, con sus
respectivos pulsos todavía acelerándose, el tiroteo de endorfinas se va
enmudeciendo y una bandera blanca calma la adrenalina de sus cuerpos, Julie se
acurruca bajo el brazo de claire. Se han quedado dormidas.
Una mirada familiar es lanzanda por el padre de Julie desde la puerta, y cerrando esta con cuidado se marcha escaleras abajo con cierta tranquilidad y sosiego.
Villagrán13
Sumerges a cualquiera ^^
ResponderEliminarmuchas gracias!! =)
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