miércoles, 22 de enero de 2014

Our wasted time 2º parte

Our wasted time
 2º parte

Ariel se dirigió a la cocina y un fuerte tufo maloliente, invadió sus fosas nasales. Comenzó a buscar el origen de aquel olor por la cocina.

Buscó en la despensa, solo había unas galletas de trigo y cereales abiertas, que se habían endurecido, unos sobres de levadura y harina caducados, un poco de arroz en una pequeña cajita transparente y dos paquetes de bolsitas de tila, aún sin haber sido abiertos.

Sin haber encontrado el origen  del olor aún, y éste haciéndosele más insoportable a cada segundo que pasaba, decidió buscar en el cubo de la basura. Pero al abrirlo, solo encontró dos botes de yogur medio empezados, que habían sido tirados con apenas dos cucharadas de menos.

El frigorífico.

Abrió la puerta de éste, y por fin dio con la fuente inconfundible del olor. Pescado podrido.

     Que porquería…tengo que deshacerme de esto ahora mismo.

Sobre un plato, cubierto con tela plástica de cocina, se encontraban tres cabezas de lo que parecía algún tipo de pescado de río, quías fueran truchas o salmonetes, o incluso truchas salmonadas. Por la pinta, parecía que la señora Rachel guardó esas cabezas, para hacer caldo de pescado, pero debió de olvidarlas. Al igual que otras tantas cosas.

Cogió la misma bolsa de basura que se encontraba puesta en el cubo, y sin pensarlo dos veces, tiró todo el contenido maloliente incluido el plato. Salió de la cocina y después de atravesar el jardín, salió a la calle camino de los contenedores. No había caminado dos minutos, cuando vislumbró a unos cuantos de metros un coche blanco. Era Sharon.

Ésta se paró justo a su altura cuando pasó a su lado.

     Hola, ¿Dónde vas?—Preguntó seca.

     Hola Sharon, esto es algo en mal estado que encontré en el frigorífico, voy a tirarlo estaba apestando toda la casa. Haz el favor de abrir las ventanas de la cocina cuando llegues, hay que ventilarla.

     Vale, ¿Ha llegado la ambulancia?

     Sí, hay un enfermero arriba con Mamá, y los otros dos están en la ambulancia, que está aparcada dentro del jardín por la parte de atrás.

     De acuerdo, te veo allí.

Aceleró lentamente y se perdió en el fondo de la calle, hasta conseguir entrar en la casa. Ariel tiró la basura y volvió a la casa. Sharon había abierto las ventanas y se encontraba en el mirador de arriba charlando con el enfermero que se había quedado a vigilar a la señora Rachel.

     Voy a avisar a mis compañeros, para que se encarguen de la señora Rachel, mientras aclaramos todas las dudas sobre el contrato ¿Podemos utilizar algún dormitorio o sala, para hablar con más intimidad?—Preguntó el enfermero—.

     Sí claro, le esperaremos en el dormitorio a mano derecha conforme termina de subir la escalera—Aclaró Sharon—.

Se quedaron los dos en el marco de la puerta, observando a la señora Rachel, observando a su madre. O lo que quedaba de ella.
Su voz se había enmudecido, pareciese que supiera al detalle todo lo que estaba a punto de ocurrir a su alrededor, se limitaba a observar por la ventana con la mirada perdida, sin centrarse en ningún punto en concreto.

     Vamos, firmemos esos malditos papeles…quiero terminar esto cuanto antes —sentenció Sharon—.

      Vale.

Se sentaron en el que fue el antiguo dormitorio de Sharon, hasta al menos los 23 años antes de que se fuera de casa. No pudieron evitar mezclarse con los recuerdos que impregnaban aquella habitación. Si bien era cierto, Sharon había cogido la mayoría de las cosas y se las llevó, pero aún quedaba algún que otro marco con fotos o peluches.

     No toques eso— Advirtió Sharon a Ariel cortantemente—.

     Vale…solo quería ver la foto más de cerca ¿Esto es tu sexto cumpleaños no?

     Sí, por eso mismo, ése cumpleaños está entre mis mejores recuerdos, no querría perderlo por culpa de tus manazas.

A los pocos segundos llegó el enfermero y cerrando la puerta tras de sí, se sentaron junto al escritorio, para comenzar toda la tramitación legal, del que sería el futuro próximo de la señora Rachel.

Villagrán14

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