Our wasted time
3º parte
—
Como ya se les avisó hace tres años, el caso de
su madre, no es más que una demencia senil. Y como pueden ver no hace no otra
cosa que…
—
¿Nada más que una demencia senil?—Cortó Sharon—.
—
Sharon por favor no pierdas los modos—Atajó
rápido Ariel, evitando que su hermana montara en cólera—.
—
Como les estaba diciendo, su madre padece una
demencia senil, que por los síntomas que está mostrando, se encuentra por
desgracia muy desarrollada. Como pueden observar, los delirios se han vuelto
más habituales, usted mismo lo ha comprobado Ariel, ella cree estar hablando
con su difunto marido, Steven…
—
¿No hay remedio alguno?— ¿Absolutamente nada?—Preguntó
Ariel confuso—.
—
Le explico Señor Ariel, la demencia senil está
caracterizada por la degeneración parcial «En principio» y total, de las
funciones cognitivas. Conforme la enfermedad avanza tanto la memoria, como la
psicomotricidad se ven afectadas en gran medida. Presenta también desordenes
profundos de orientación espacio-temporal…digamos, que el cerebro se pudre
lentamente.
Ambos hermanos fijan sus miradas sobre los
papeles del contrato. Suspiros.
En la habitación contigua, se escucha a los
dos enfermeros restantes, dar una falsa conversación a la señora Rachel. Lo que
Sharon escucha la hiere profundamente.
—
¡Ahora vamos a dar un paseo por el campo, tienen
que estar los almendros preciosos!— Exclamaba llena de júbilo la señora Rachel.
—
Pero señora Rachel, usted no puede salir al
campo sola, se va a perder—Comentó un enfermero sonsacándola—.
—
¡No, me va a acompañar Steven!, ¡Siempre me
acompaña a pasear sobre las seis!
—
Pero, señora Rachel. Si Steven no está aquí, no
la podrá acompañar.
—
¡Si podrá, es que aún no ha llegado de la
fábrica, tiene que estar al llegar ¡Mire, son las seis menos diez!
La pobre e incomprendida de la señora Rachel, les enseño un
reloj de pulsera que se había quedado parado justo en esa hora. Era un reloj
con una correa de cuero carmesí, los
bordes del reloj eran dorados, aunque se habían desgastado con el paso del
tiempo.
—
Si me permiten, les explicaré detalladamente, en
qué consiste exactamente nuestro trabajo, y de cómo nuestra fundación hace más
liviana, la carga de estas situaciones.
—
¡Mi madre no es ninguna carga…!—Gritó a media
voz Sharon—.
—
Sharon por favor…si hay algo que debemos hacer
ahora, es aceptar la realidad— La calmó Ariel —.
—
Piensen que esa mujer que está en la otra
habitación, hace mucho tiempo que dejó de ser una persona normal hace mucho
tiempo. Piensen que ella ya no los reconoce, por desgracia, han pasado a ser
seres completamente desconocidos para ella.
El enfermero cogió el marco dónde aparecía la fiesta de
cumpleaños de Sharon, y sin mirarlos a la cara dijo:
—Su hermano tiene razón Sharon, el paso previo a todo esto,
es la aceptación completa de la situación. No pretenda hacerme creer que no preferiría,
dedicar su tiempo a crear una familia feliz o a viajar a lo largo y ancho del
mundo ¿De verdad es usted una persona
con una voluntad tan fuerte, como para sacrificar su propia existencia en
alguien…en alguien que va perdiendo sus recuerdos a cada segundo que
pasa?...Sharon su madre ya no la reconoce como hija, ni a usted tampoco señor
Ariel, no porque no quiera, si no porque ya no puede. Ahí arriba todo ha
adquirido un caos que nos es todavía incomprensible. Comprendo que esto pueda
ser doloroso de escuchar, pero créame Señora Sharon… «Los vivos no deberían
morir por los muertos» — Dijo el enfermero, mientras le entregaba el marco con
la foto—.
Sharon acogió aquella foto entre sus manos con lentitud. Repasó con su dedo pulgar el rostro de su
madre. La foto la mostraba a ella, sentada en las piernas de su madre con un
gorro de cumpleaños sobre su cabeza, se podían observar algunos niños
correteando por detrás y como es Sharon de seis años, señalaba con sus manitas hacia la cámara.
Levantó la cara. con una lágrima corriendo por la mejilla
derecha, y buscó la cara de Ariel. ÉL Solo musitó: «Es lo mejor »
Acto seguido el enfermero añadió:
—Se nos ha hecho bastante tarde, les pediría que nos
acompañaran en la ambulancia junto con su madre, y que firmemos los papeles en
nuestra fundación. He pensado que al estar allí, podrán comprender todo nuestra
labor de primera mano, y despedirse de su madre de una manera menos dolorosa.
Ambos asintieron sin
ni siquiera haberse mirado. Ya habían tomado la decisión.
Villagrán14
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