miércoles, 14 de agosto de 2013

Clockland The end

Clockland 4º parte


¡Bravo! , ¡Magnifico!,! Grandioso!

El público se levanto entusiasmado, gritaba el nombre de Tim como si fuera un mesías. Vitoreaban, la música de la orquesta tocaba una marcha triunfal y las luces volvían a encenderse con más potencia y brillo que nunca. La fiesta estaba en su Máximo esplendor y Jack-clock cogió al pequeño Tim y los subió a cuestas y comenzó a bajar del escenario.

Yo mientras atónito contemplaba la imagen de una madre llorando desesperadamente, buscando cobijo en el hombro de su marido, de los ojos del cual dos largos ríos de lagrimas anunciaban una tempestad de dolor ininteligible, mientras que abrazando a su mujer con fuerza miraba la ya fría y blanquecina mano, de su hijo de apenas 3 años, vencido en vida por el tiempo que aliado junto con la leucemia habían hecho que la carrera de su vida terminase antes de lo previsto.

Margaret se fue directamente para seguir a la multitud enloquecida ansiosa de compartir la hazaña y me dejó allí solo como a un reloj de pared al que nadie le da cuerda, mientras se sume en el polvo de su propia herramienta. La imagen me destrozó me fui cuanto antes pude y tomé el primer autobús a Chelsea , encerrado en mi locura volví a la mesilla de noche donde siempre me dejaba Charles , podía verlo dormir , no quería que se despertara, ¡no!.

Quería que durmiera para siempre, no podría soportar convertirme en un “inmortal” viendo una tragedia como la del inconsciente Tim, no, no podía. Todo aquello me había superado demasiado…así que me dirigí al cuarto de baño, puse el tapón en el lavabo y lo llené de agua caliente.
 Cuando ya había llegado casi al borde, abrí  mi esfera de vidrio dejando mis mecanismos y agujas expuestos al exterior y lancé una última mirada hacia la cama de Charles, el cual dormía plácidamente.
En mi mente un solo epitafio “no Charles, no seré yo quien acabe tu tiempo”.

Y dicho esto como una nota mental me lancé al lavabo, me iba sumergiendo lentamente, notaba como el agua caliente recorría cada una de mis tuercas, manillas, y ruedas dentadas…me sumía lentamente en aquella marea de óxido infinita, pero me sumía feliz, cobarde, con ética, pero feliz. El agua caliente fue mi sedante y me perdí para siempre de aquel mundo encarnizado y frío.

 Villagrán13


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