Clockland 3º parte
-¿Cómo te llamas pequeño?
El relojito se sacó el chupete azul de la boca y entre
gimoteos infantiles acertó a pronunciar
“Tim”. El público se deshizo en una tremenda ovación por la ternura que
les inspiró aquel pequeño reloj tan tierno.
-¡Míralo Steven! , es todo un logro que con esa edad haya
alcanzado ya la inmortalidad ¿no te parece?.
- Si bueno, no me parece muy adecuado que le den un título
tan gigantesco a un reloj que ni siquiera es consciente de su cometido en la
vida.
- ¡Pero qué grotesco eres Steven!, más quisiéramos nosotros
poder dejar de trabajar ya, son muy pocos los afortunados que pueden disfrutar
de tales oportunidades. Y como buenos relojes debemos alegrarnos por ello,
venga va alegra esa cara, te recordaba mucho más alegre en el instituto.
Podría haber contestado a Margaret perfectamente, pero
apostaría a que la hubiera chafado y hubiese provocado que se largara dejándome
un bofetón en el vidrio. Aunque me encantaría haberle soltado un “pues yo te
recordaba menos odiosa en el instituto”.
Si soy completamente sincero Margaret y yo tuvimos siempre un rollito
raro en el instituto, estaba claro que había química entre nosotros, pero nunca
llegamos a resolver esa tensión amorosa que tanto hacía que nos atrajésemos, me
acuerdo que Margaret había sido el
típico Viceroy tímido que andaba perdida por los pasillos, nos conocimos y nos
hicimos amigos, pero fue entonces cuando apareció ese cabeza-hueca de
Jack-clock , la absorbió de tal manera que la había convertido en lo que veis
ahora , una reloj estúpida sin conocimiento de causa y moral.
-Bueno ya lo han escuchado señoras y señores, “ Tim” el
nombre de nuestro campeón de campeones , como medida extraordinaria vamos a
proyectar la foto que denota el triunfo de nuestro querido Tim , es una ocasión
que lo merece y que pasará a la historia .
El auditorio se oscureció y la gente estaba expectante y
armando un grandioso estruendo de palmas y halagos en voz alta. De repente la
imagen de la gloriosa victoria de Tim apareció en la pantalla.
SILENCIO.
REPITO.
SILENCIO.
Esa palabra es lo único
que resonaba entre la multitud ahora acallada y con el corazón encogido, tan
solo el tic-tac de todos los presentes resonaba tímidamente entre las mesas y
los veladores. Nadie enunció palabra, frase o ruido… todo se concentró en
aquella imagen. Una imagen que se quedaría grabada de por vida en el reflejo de
mi esfera, una imagen que me enmudeció y paralizo como un veneno lento y
doloroso.
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