‘La Tierra’
Esta es la tierra
de las canciones de Invierno
la ira en tiendas
y flores de invernadero.
La vida a tientas,
La verdad a medias.
La de la resaca de Lunes,
agua turbia y algodón.
De labios contrapuestos,
de la revolución en el lavabo
y los toreros muertos;
taquicardia en el desván
y perfume de Napalm.
Ojillos de pez
y dientes de león.
Diablos diabéticos
azúcar pa’ vivir
y amenazas pa’ trabajar.
La manzana, el cuero, la americana,
Cine mudo para ciegos.
Los cisnes en ascuas
el negro de moda
y toser sangre antes de dormir.
De la compraventa del cianuro
y el contrabando del sueño,
de la baja por depresión del frenesí,
La aurora ciega
El sol tostado
El amor con pelos
La poesía a palos
y el sexo con palomitas.
Es esta es la tierra
que guardo dentro de mí.
‘Mascota’
Ojos ciegos,
naricilla de trufa. Sucio, muerto bajo un Sol que quema. Guarda con destreza y
obediencia la respiración entrecortada, el hígado inflamado y las orejas
gachas. No se mueve, no me mira. Me hace odiar quién soy, ser el verdugo de mi
misma envidia, un accidentado de mis circunstancias. Lo llamo y mueve la cola,
pero no viene, no me necesita. Son demasiados años para un cuerpecillo tan
pequeño. Me fijo en esas patas malheridas y la mirada humana. No tiene nombre,
no se rebaja a eso, es pura personalidad con pelos, blanco y canela. Le llevo
un mendrugo de pan y un cuenco con agua, pero está demasiado excitado con la
muerte, jugando a sobrevivir. Le pongo música, lo acaricio. Espero que me hable
o al menos no me ignore. Madre Felisa se acerca, viene con esa sonrisilla insulsa,
casi estúpida, y me advierte: ‘¿Otra vez jugando solo? Vuelve al salón, tenemos
charla en grupo’. Pobre monja, quizás nunca fue niña o quizás nunca quiso
escuchar a la que lleva dentro. De todas formas, aunque ella no la vea, no
necesito mascota, hay mil animales más en mi cabeza, y ellos sí que me hablan.
Todos a la vez.
‘Buena Puntería’
Si el azar es la pereza del universo, yo soy su soldado; y si mis
palabras buscan amor, que lo buscan, yo soy un putero. Soy un cabrón fracasado,
lo que me convierte en un Dios marginado y tranquilo. Estoico, retorciéndome en
la indiferencia, la ira tranquila, la calma alegre, la vía más corta para una
soledad placentera. Y no crean que estoy afligido, soy yo quien busca una vida
que me entretenga o al menos me distraiga, que me perdone antes de que me
arrepienta y tolere mi aliento. Digamos que estoy contento de nunca haberme
conocido, de haberme perdonado; llevando una vida de actor porno jubilado en la
que el inframundo queda un piso por arriba, la misma en la que sólo hay que conocer
dos cosas: Los Beatles y la muerte.
Y no traten de convencerme, no quiero remedios en la vida
sino un medido para vivir. Curiosamente las personas buenas que conozco se
tratan bastante mal. Yo ya he alcanzado el Nirvana y no me ha convencido,
preferí quedarme en casa en bolas, con chocolate, cerveza y viendo los Soprano.
No vengan con cuentos al poeta, sé que quien tiene más mundo interno que
externo tiene dos opciones, creerse un genio o asumir que es un perdedor, pero
yo tengo muy buena puntería para elegir entre tonterías. No lo intenten, de
veras, estoy bien así. Además, no será tan buena la vida cuando nadie la repite…
‘Lágrimas de Semen por un Cuerpo por el que Llorar’
Por un lado estaba ella. No se esfuercen en saber quién era, es
imposible que les suene su cara, siempre camina mirando al suelo. Anda
tranquila, casi sumisa, pariendo humo por la boca a un mundo iracundo,
respirando la poesía sin trucos de algún perro tullido, de un niño mellado. Con
la sonrisa marchita va, paso a paso, calada a calada, coordinando sus
taquicardias con el ritmo de la caja; llevando el blues en el alma y el reggae
en la mirada. Nació para ser observada, vivir en camisón y morir en las
revistas de la estantería de un decorador de fama.
Por otro lado estaba yo, tan feo que hasta a mi a abuela le
caigo regular. Yo, el mismo que buscaba una mujer que me hablara en argentino y
me tratase en escocés, una de esas de agradecer estar muerto cuando te cruzas
con su mirada, de no poder hablar por trabarse la lengua, anudarse la garganta
y tratar de esconder la erección espontánea. Quizás la manera más fácil de
describirme sea decir que en mi barrio me llaman ‘El Virgen’ por lo que hago
con las palomas.
Pues bien, éramos como dos balas, los dos lados de la cama
de un faquir. Podría decir que mi habilidad con las palabras bastó para
convertirla en mi esclava, pero lo cierto es que cumplo condena porque lo
conseguí con formol y cuerdas. Pillaron mi ADN a la semana, por el semen que
derramé en las toallas. Yo, que soy muy poeta y tengo mucho tiempo libre en la
cárcel, cuento la historia como ‘Lágrimas de semen por un cuerpo por el que
llorar’.
‘Hambre’
Piel de nata
ojos de limón
y manos saladas;
las pecas lentejas
el pe(s)cado dulce
el caviar en rebaja.
Su boca un tentempié,
un desayuno húmedo
entre dos mejillas rosas fresón
que encaja palabras amargadas
y besos pegajosos,
como de bechamel.
Ombligo de pique
de desquite de dieta,
Lengua que se enjuaga en café
y pezones sabor canela.
Su clítoris un chicle
un vino hecho carne
y no obstante, yo,
que siempre fui de buen comer
por más que repita postre
siempre vivo
muerto de hambre.
‘Definiciones’
Poesía es la
venganza de los torpes
Humor el
arma de los valientes
Amor la
tortura de los necios
La música el
refugio del caos
La muerte la
guerra de los vivos
Dios el
consuelo de los débiles
Y yo, el
ganador de las carreras de tus medias.
Juan Íñigo Gil
2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario