viernes, 13 de septiembre de 2013

Mar

Soy un mar de olas suaves, impulsadas por un corazón arrítmico y fibrilante.
Descanso sobre mi lecho arenoso, balanceándome ligeramente 
en un continuo vaivén de mecedora jubilada.

Soy un mar de inmensidad. 
Mi objetivo en lo que me queda de vida es vivir eternamente,
hacer de cada segundo un océano de contemplación.

Fui un mar de tempestades. 
Combatí la roca hasta hacerla pedazos, sumergí navíos con furia incandescente.
Mis aguas hirvieron bajo el calor de la luna.

Hoy soy una fuente de serenidad; senectud solemne, pero no senil.
En los pliegues de mis olas encierro años de tormentas, vientos huracanados,
corrientes submarinas invisibles para los que me sobrevuelan.

Mi legado será el tesoro que escondo en mis profundidades.
El marcapasos de mi vida, el alma de un náufrago de ciudad.
Hoy soy eterno. Hoy soy el mar.

M. G. Ferrer

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